Amistad


La senora María, mujer inteligente, ya madura y respetable, bien vestida y atractiva, se sentó frente a mí.  Con un gesto que pretendió revelar valentia, me miró a los ojos y pronunció: ‘Yo no tengo amigas: nunca las he tenido y no las necesito.’

Al escucharla y verla sentí una tristeza profunda y al mismo tiempo me sentí cinfudida.  Mas que nada, me invadio una curiosidad casi incontrolable.  Como manojo de hojas que caen de los maples en otoño, asi revoloteaban preguntas por mi mente:

¿Qué significa la amistad para María?  ¿Cómo pudo vivir ella sin amigas y llegar a esta etapa de su vida sin tener alguna amistad femenina a su lado? ¿Cómo habra crecido ó qué le habrá sucedido que le haya prevenido el hacer amistad con las de su propia hermandad?  ¿Qué significa para ella el no tener amigas?  ¿Más importante aún:  cómo le habrá impactado a ella el no haber practicado SER una amiga de otra mujer?

Durante los diez años de práctica, he conocido a señoras originarias de familias Latinas que automáticamente tienden  a realcionarse únicamente con los miembros de ese clan familiar. Dentro de esta estructura se relacionan con la madre, la hermana, la tía, la prima, la cuñada, la comadre y la suegra.  Parece que no tienen que ir mas allá para llenar esa necesidad que los seres humanos tenemos de compartir, de nutrición emocional, de mutuo apoyo.  Esta dinámica es fabulosa sobre todo cuando en verdad funciona, porque nos da un punto de referencia e identidad.  Una sentimiento de pertenecer.

Sin embargo, yo siento que al limitarnos a las relaciones familiares, somos como un pájaro que usa solamente un ala:  éste no se ha arriesgado a volar libremente a ninguna distancia que requiera el emplear ambas alas.  No ha experimentado lo lindo y emocionante que puede ser el volar en toda su amplitud.

Al nosotras no arriesgarnos a formar amistades con otras mujeres, nos privamos de la creacion de nuevas redes comunitarias, sociales que nutren muchas faces de nuestra persona. El ‘guisado’ que se crea en comunidad es más sabroso!  Sí, es verdad, que a veces podemos equivocarnos en la receta y nos puede hacer daño, así como los pájaros que aprenden a volar.  El forjar una amistad, como en toda relación, implica un riesgo:  cuando nos abrimos y extendemos para llegar a conocer a alguien diferente de las personas que ya conocemos, implica el dar de nosotras mismas y el saber recibir sin esperar algo específico en retorno.  Nos abrimos a la posibilidad de gozar mutuamente ya sea la una con la otra ó en grupo.

Desafortunadamente, el miedo, la envidia, la falta de practica, un sentido interno de inseguridad nos puede prevenir el iniciar el vuelo.  Hay varias maneras de percibir a la gente dependiendo de la situacion y de como nos sintamos en el momento.  Por ejemplo:

  • Miedo: “Esa no me cae nada bien, no le confio, capaz que me quita mi novio o mi marido. Esa señora pertenecía al otro partido politico en mi país.  Seguro es peligrosa…”
  • Negatividad: “Yo a esa tipa no la quiero ni ver pintada, es una chismosa.”
  • Inseguridad: “Ella es mas rica y mas atractiva que yo.  Estoy segura que no querrá ser mi amiga: es una arrogante!”
  • Envidia: “Lupe se saca mejores calificaciones que yo en la escuela.  Cree que se lo sabe todo.  Yo no le hablaré.”

Alternativamente, podemos percibir a la persona así:

  • “Yo no conozco a esa señora.  Podría ser una persona querida.  Sería intersante el conocerla.  Quizá me caiga bien.”

Algunas de nosotras hemos crecido con la fantasía de que NO necesitamos de amigas porque cuando nos casemos, nuestro príncipe azul será el hombre ideal.  El suplirá TODAS nuestras necesidades tanto como sexuales, psicológicas, emocionales y en muchos casos, también materiales.  Después de todo, ¿no hemos soñado con ser las buenas esposas que cuidaremos de nuestros hombres y ellos a su vez lo serán “todo para nosotras”?  Cuál sera nuestra decepción al cabo de un par de años cuando nos demos cuenta de que “nos hace falta algo mas”.  “Qué sorpresa, no esperaba sentirme así….”.

Si nos mantenemos en nuestro propio ambiente, quizá podamos manejar ese vacío con nuestro trabajo, los hijos, etc.  Qué sucede con nosotras las inmigrantes de los países latinos, cuando llegamos a Canada, muchas veces solas o solamante con nuestra familia nuclear?  Entonces habrá muchas preguntas volando por nuestra mente:

  • ¿Con qué recursos internos contamos?
  • ¿A qué experiencias pasadas nos podemos referir que nos recuerden cómo establecer conexiones con otras mujeres para ayudarnos mutuamente?
  • ¿A qué recursos acudimos para crear nuestra propia mini-comunidad?
  • ¿Cómo nos divertimos las unas con las otras?
  • ¿Con quién comentamos lo que pasa en nuestras vidas nuevas, con nuestras familias, ideas nuevas?
  • ¿Qué podemos hacer para integrarnos y ser fuertes y flexibles al mismo tiempo?
  • ¿Qué pasa caundo nos quedamos aisladas y pensamos que todo lo podemos solucionar dentro de la unidad familiar?

A veces hay situaciones que dejamos sin resolver por miedo a sentir verguenza.  Puede ser que nos colapsemos o aún peor, tendemos a “contratar” a nuestros hijos a llenar el papel del hombre de la casa, que no queremos molestar a nuestra pareja, bastante estresado ya esta el….  y, a nuestras hijas las “honramos” con el puesto de secretarias ejecutivas, ya que los jóvenes tienen la facilidad de captar el ingles mas rápido que nosotras.  Lo peor de todo, a veces las usamos como nuestras confidentes, aislando así a nuestros esposos aún mas.  En  mi experiencia profesional, he observado, que, en estas instancias, la falla de la dinámica familiar está garantizada!

Es entonces cuando este pájaro dentro de nosotras tiene que ejercitar su otra ala!  Yo creo que las mujeres estamos orgánicamante diseñadas para forjar amistad entre nosotras mismas.  Claro que depende de nuestra personalidad el qué tanto necesitemos de esas amistades.  A veces requerimos de un shock  para que nos demos cuenta de la necesidad que tenemos de estas relaciones.  Habrá ocaciones en las que dependamos demasiado de nuestras amistades.  Eso tampoco es sano.  Hay que mantener un BALANCE entre nosotras mismas, familia y amistades. (Manténganse al tanto para el siguiente articulo donde discutiremos la dinámica de la pareja cuando no hay amistades).

Detengamos a reflexionar acerca de aquella ocación cuando conocimos a esa señora que nos dejó una impresión especial:  nos pareció inteligente, interesante, sencilla, amable, alguien con la cual podriamos haber conversado por horas o alguien con la cual nos sentimos tan a gusto que pensamos ya habernos conocido hace años…..  Con el espíritu del Año Nuevo, yo te invito a que la proxima vez que esto suceda, te detengas a gozar del momento.  Date cuenta como te sientes y que es lo que tu mente te dice.  Por ejemplo:  “eso sólo sucedió allí y ya no se puede repetir;  no vale la pena llamarla.  O, ella pensará que algo quiero de ella y no le interesará mi amistad: yo no tengo nada que ofrecerle, me da pena….” Por otro lado, podemos pensar:  “Vaya que la pase bien!  Esa senora me parecio muy querida y me encantaria volver a verla.” Haz algo diferente este año:  No te quedes con las ganas de volver a ver a ver a esta persona, sino que ACTUA al respecto.  Crea una oportunidad para reunirte con ella, ya sea por teléfono, a tomar un tinto, a caminar, con la familia, a cocinar, etc.

Guiémonos  por nuestra intuición, no por nuestros miedos.  Abramonos a las posibilidades, chequemos como nos sentimos al respecto.  ¿Cuál de las dos actitudes nos llevarán a una vida mas llena y significativa?  ¿Cuál de los dos escenarios nos indican que la vida en un lugar nuevo tiene mas posibilidades de ser gozada, de aprender de los demas y de compartir nuestros dones personales?  Para cuando llegamos a Canada, todas hemos ya recorrido un camino y hemos colectado un ramos de experiencias.  ¿Cuál de las dos actitudes nos enriquecerá a nosotras y a nuestras familias, al planeta y a la paz mundial?

Aprovecho la oportunidad para desearles a todos los lectores y las publicadoras y edotiras de la revista LULU un muy Feliz Año 2010, lleno de salud, confianza, comprension y satisfacción.

Con un fuerte abrazo y gratitud!
Adela